jueves, 19 de noviembre de 2009

Una de vinos

Primero hay que aprender a cogerla. La copa. Los dedos índice y anular sujetan la base. De esta manera, puede agitarse el contenido sin calentarlo. Vertimos el sabroso zumo de uva. Inclinamos ligeramente la copa. Entonces, olemos. Piña, melocotón, manzana, uva, yogur de frutas del bosque, sugus de fresa. Aquí no hay quien se ponga de acuerdo.

Probamos el vino. Un poco sólo. No estamos honrando a Baco, sólo catando. Me encanta el blanco. Su acidez. Volvemos a oler su fragancia. Catamos de nuevo. Y otra vez. Una más, por qué no. Mejor combinar con panecillos. El estómago está vacío. Tres copas seguidas se notan. Con el pan captamos mejor su sabor.
Nos ha encantado. Y hemos aprendido a catarlo correctamente. Al menos, lo hemos intentado. La próxima comida familiar será nuestra prueba de fuego. "Mamá, este blanco tiene un aroma espectacular y un color dorado que demuestra lo que vale, aunque está demasiado afrutado. Pero me gusta". Mientras tanto, ¡salud!








































































































































































































































No hay comentarios:

Publicar un comentario